Justicia por mano propia
“Ya
es tiempo, llegó el momento de darle un cambio a mi vida”.
Así
pensaba, desde ese lugar, Roque Hades.
Siempre
había sido el “grandote” mal educado, al que todos rechazaban. En lo único que
se destacaba era en la práctica del boxeo. Había sido campeón en un club del
barrio de Almagro.
“Estoy
satisfecho con lo que hice para tener esta nueva identidad”, se repetía en un
total y profundo silencio.
Él
había comprendido que ser violador y asesino, merecía una penalidad diferente y que la cárcel no representaba suficiente
castigo.
“Decidí
colgarme en la celda, pero ahora estoy en un pozo, sin aire y sin luz, cubierto
de tierra, infectado de lombrices, que pugnan por alimentarse de mí”.
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