sábado, 28 de mayo de 2016

                VERANO
Yo lo vi en el “Donald King”.
El tipo estaba sentado.
Camisa celeste de mangas cortas,
una remera blanca que asomaba por debajo,
no  permitía ver sus antebrazos.
Pidió un café bien caliente.
Miró su celular,
sus ojos estaban incrustados en ese aparato.
No hacía nada con los dedos.
Entonces, me pregunté:
¿En qué estará pensando?
Se paró.
Me dio bronca.
Se calzó un ajustado chaleco,
luego una campera azul
y además, se encerró en un abrigo gris.
¿De dónde venía?
¿Estaría buscando en Google
su tierra de origen?
Señor, le dije sonriente.
¿What?, me protestó.
Me miraba como si yo hablara en otro idioma.
Me consideré un extraño para él
y no le respondí.
Se fue.
       Saúl Buk     

lunes, 23 de mayo de 2016


      Un viaje sin cuenta
Esa noche, entre tanta gente,  
 una niña subía por la escalera
y un muchacho hablaba por teléfono.
Éramos  sólo dos.
De repente nos elegimos,
 y como un flechazo
apareció proyectado nuestro destino.
Sería sólo un camino.
Incierto, pero único.
Casi  al alcance del hoy lejano.
¡Ánimo! Sin temor, que vamos juntos.
Tomados de la mano, somos uno.
 Cuatro ojos, ven al borde de la senda,
 pimpollos aún por florecer.
Hoy, transitamos por el penúltimo espacio
de nuestro viaje de amor.
Lentamente, no hay premura.
Ni nubes, ni piedras.
Ni nada parejo.
Ojalá sea un recorrido
por el sendero de la buena suerte,
hasta el final de nuestro círculo sin fin.
               Saúl Buk  

domingo, 22 de mayo de 2016

                                         LA SONRISA OCULTA

Descripción breve del monumento a Juan Moreno, el clavadista.
Es una figura en fundición de bronce, apoyada sobre su cabeza, estando todo el cuerpo en posición fetal. En el cráneo se ven hendiduras en las regiones frontal y occipital, que sugieren fracturas.
Llama la atención la ausencia de brazos.

Se zambulló, haciendo piruetas, sin pensar. Estando en el aire, en esa fracción de segundo, un fuerte viento inesperado lo empujó de costado.
Juan se arqueó como si fuera una letra C.
Juan Moreno, hacía honor a su nombre y apellido. Al primero porque el era mestizo y su nombre estaba compuesto por dos vocales y dos consonantes. Una mezcla equilibrada.
Moreno era.

Esa noche, los faroles alumbraron la tristeza por venir.
El clavadista, en esos tres segundos (que es el tiempo que se tarda en recorrer el trayecto hasta tocar el agua), vio algo parecido a una pantalla cinematográfica que lo invitaba a observarla.
Corría a toda velocidad delante de él, ligera como su caída.
En la misma comenzó por reflejarse lo último que le había sucedido.
Se observó parado en el santuario del clavadista y disfrutaba con la gente delirando de entusiasmo. Ese era un lugar muy  especial y anhelado. Se ascendía en la roca como en la vida, de a poco.
Luego, la despedida de Mónica, su novia. Ella le regaló un beso y le deseó suerte, como siempre.
A continuación creyó ver el momento en el que dejó la casa de sus padres, para ir a vivir en pareja.
Muchas imágenes de sus peleas con sus hermanos, siendo aún adolescente.
El día tormentoso en el que decidió no ir mas a la escuela (era en tercer grado), para integrarse a un grupo de clavadistas que entrenaban a diario.
Pasaron por su vista todos los santuarios; cada vez más altos, hasta llegar al podio mayor.
Seguía cayendo, había perdido el control de si mismo. La fuerte curvatura de su cuerpo, lo desestabilizaba. Agitaba los brazos, como un pájaro mueve sus alas, pero mas rápido.
También vio fotografías de su niñez. El momento en que empezó a caminar ayudado por su madre.
Vio un blanco en esa película. Supuso que era su padre, siempre ausente. Era un borracho empedernido.
La mente recorría el camino regresivo de su vida, hasta que abrió los ojos.
Estaba en el útero materno .Le pareció un paisaje muy parecido al que se encontraba en ese instante.
Juan sabía que un lado de la quebrada de Acapulco era un acantilado de treinta y cinco metros de altura, que es de donde se arrojó, el otro lo constituía la pasarela con el público. Entre ambos fluía el agua del mar.
Se había desplazado aproximadamente cinco metros (efecto del viento), del objetivo  a contactar en la superficie líquida.
Rarísimo, porque había tenido en cuenta los tres factores fundamentales  previos, que son: movimiento de las olas, viento y marea.
Se produjo un remolino en el agua.La gigantesca roca que normalmente no se veía, quedó descubierta.
Su cabeza chocó fuertemente contra la piedra y el cráneo se partió.
La calota se asemejaba a dos labios humanos enfrentados y entreabiertos. Ambos hemisferios cerebrales, se ofrecían a la vista como si fueran dientes.
El líquido amniótico, lavó la sangre de ese gesto.
Parecía una visión, alegremente trágica.

El escultor modeló los huesos de la cabeza y su contenido como si fueran en su conjunto una sonrisa. Irónicamente la escondió en la roca que servía de pedestal.
Habiendo consultado con testigos del accidente, decidió efectuar la escultura sin brazos, ya que el clavadista en su desesperación, no sabía qué hacer con los mismos.Sólo los movía como un ave, a tal velocidad que el público no los veía.

“Juan Moreno, el ave humana”, reza en la plaqueta.

                                     Saúl Buk

miércoles, 18 de mayo de 2016

                                        Justicia por mano propia
“Ya es tiempo, llegó el momento de darle un cambio a mi vida”.
Así pensaba, desde ese lugar, Roque Hades.
Siempre había sido el “grandote” mal educado, al que todos rechazaban. En lo único que se destacaba era en la práctica del boxeo. Había sido campeón en un club del barrio de Almagro.
“Estoy satisfecho con lo que hice para tener esta nueva identidad”, se repetía en un total y profundo  silencio.
Él había comprendido que ser violador y asesino, merecía una penalidad diferente  y que la cárcel no representaba suficiente castigo.

“Decidí colgarme en la celda, pero ahora estoy en un pozo, sin aire y sin luz, cubierto de tierra, infectado de lombrices, que pugnan por alimentarse de mí”.

martes, 17 de mayo de 2016

Alma

Naciendo
El primer telón asomó.
La infancia.
Petit telón, telón.

 La niñez
Telón, telón telón.
Van cinco.
Muchos en el medio.
Otros a los costados.
Los de arriba aplastan.
Otros por debajo, sostienen.
.
Muchos telones en la adolescencia.
Más en la juventud.
En pareja: un nuevo telón.
Cientos de telones con los hijos.
Miles de telones con la profesión.
Cientos de miles con el jubileo.

Telón, telón y más telones.
Transparentes,
otros no tanto, otros no tanto.

Estando en el centro del escenario;
Abierto el último telón se escuchó:
-¿estás fatigado?
-No…simplemente no estoy.
Amaneció.

                           Saúl Buk

viernes, 13 de mayo de 2016

                     Mastica
La señora que está sentada frente a mí,
es apenas canosa.
Saco azul y chomba roja.
Deposita sus carnosas manos,
cruzadas sobre la mesa.

Mastica. Mastica.
Parece un pez contra un vidrio.
Mueve los labios,
pero no adivino si tiene dientes.
¡Ay! ahora me sonríe.
¿Qué hago?
Nada, no hago nada.
Parezco un tonto.
Ella sonríe y mastica.
¿Qué tendrá en la boca?
No se le termina nunca.
¿Será de goma su comida?
¿Será real ella?
Me cambio de asiento,
total, el bar es grande.
No la soporto más.
Ella me sigue con la mirada
y mastica.
Regreso y le pregunto:
“¿Le ayudo a terminar el bocado?”
Me observa interrogante.
“No señora, no es un besito,
sólo la estoy imitando”.

        Saúl Buk  13-05-2016

miércoles, 11 de mayo de 2016

                     Dos pares


Los anteojos oscuros, sobre su cabeza.
El par de leer, montado sobre su pequeña nariz.
Me cuestiono.
¿Por qué, el de sol sobre la testa?
Si estamos en un lugar cubierto.
Párpados caídos, ojos clavados.
Lee, lee, lee.
Se levantó. Lo complicó todo.
Camina…Se detiene.
En los estantes, encuentra otro libro.
Ya no veo los anteojos.
La extraño. Los extraño.
¿Cómo puede ser?
Si solo estuvo veinte minutos
sentada frente a mí.
Necesito otro café.
O ¿Mejor me voy?
             Saúl Buk      

lunes, 9 de mayo de 2016


Las chispas del golem

¡Pobre Juda León, rabino de Praga! Supuso que el golem, que por él  había sido creado, estaba muerto.
Las pequeñas chispas de luz que  había insuflado a su muñeco de barro, se reunieron y decidieron crear un erudito  humano.
Cada partícula del nuevo individuo creado iba adosado a una mínima porción de tierra del golem original.
Consideraron las chispas, que si el mundo pudo componerse con las veintidós letras del abecedario, era indudable que con las mismas se podría  concebir a un ser vivo.
Para ese menester, sobraban letras.
Ensayaron uniendo las letras  p-i-e-l- y vieron que  se estructuraba  la piel y así fueron enhebrando muchas grafías y de esa manera se moldeaban  los huesos, los músculos, etc. Rápidamente se integraron los aparatos circulatorio, respiratorio y otros.
Plasmaron un rabino, a imagen y semejanza de aquel que había creado al golem. Este ser dio muestras de tener pensamiento propio, ya que siendo inteligente, se resistía a mostrarse como ente viviente.
Se entusiasmaron tanto las chispas que fueron plasmando más rabinos y a todos los  llamaban “Maharal”, acróstico de “nuestro maestro el rabino León” en el idioma del antiguo testamento.
Una vez creados, ellos quedaban suspendidos en el aire y sobrevolaban las ciudades del mundo, con sus levitas negras, como en las pinturas de Marc Chagall, quien se inspiró justamente al verlos atravesar  los cielos de París.
La misión de los mismos era impartir enseñanzas bíblicas, talmúdicas y cabalísticas.
Las derramaban en forma de flujos energéticos sobre los maestros existentes en la tierra.
Estos hechos transcurrieron durante mucho tiempo; pero un hermoso día soleado, que extrañamente se produjo en forma simultánea en todos los países de la tierra, comenzaron a llover rabinos. Estos se precipitaban a tierra y desaparecían.
La gente al ver el fabuloso espectáculo, corría aunque más no fuera para quedarse con algún trocito de la vestimenta rabínica, ya que se había implantado rápidamente la idea de que atesorando algo, se adquiría parte de la profunda sabiduría de los mismos.
Nadie logró su propósito, ya que al querer atrapar ese “algo,” este se esfumaba.

Ocurrido este hecho fenomenal, los diarios de Praga anunciaban que ingresados los periodistas y los investigadores a la sinagoga “Vieja- Nueva”, que es el lugar donde se hallaban los restos del golem de barro, encontraron  tiradas en el piso  las sombras de dos letras hebreas, la Mem (M) y la Taf (T) que unidas formaban la palabra  “met”, es decir  “muerto”  y  ningún rastro de la arcilla original.

                             Saúl Buk 

jueves, 5 de mayo de 2016

                                        Un soplo puro o no


Él estaba parado en el medio del vagón. Lo habían metido junto a los otros, así como estaban vestidos en ese momento. No había otra posibilidad, todos permanecían forzadamente en esa posición. Igual que sardinas enlatadas, pero de pie.
Choc-choc-choc-choc.
Algunos ya no podían  afirmarse sobre sus pies, los cuerpos se doblaban en zigzag, y eran sostenidos por el resto del pasaje.
Choc-choc-choc-choc.Avanza. ¿Hacia dónde avanza?
Abraham respiraba el aire viciado del interior. Lo transportaban  en la oscuridad. Se perdía.
 Las  puertas fueron  trabadas del lado de afuera.
Recordaba o le parecía que eso sucedía. No lo podía creer. Estaba rescatando de su memoria el día de su propio nacimiento, en aquella pequeña casita, cuando la comadrona le golpeó la espalda y a raíz de ello, ingresó  por primera vez oxígeno puro en los frágiles pulmoncitos. Lloró libremente. Se alegró por ello.

Algunos se orinaban, a otros le ocurrían hechos más graves. El olor era insoportable.
Esas horribles puertas de madera no ofrecían siquiera una grieta. Cada vez había menos aire, el poco que quedaba era irrespirable.
Sorprendentemente las narinas se agrandaban. Los ojos también. ¿Ver para respirar?
Choc-choc-choc-choc.
El tren se bambolea. Abraham también.
Sufriente e indefenso, supuso que la letra “h” en el medio  de su nombre era la culpable de esta situación. ¡Ay, por qué me pusieron Abraham!
Los alemanes lo empujaron a este viaje por ser portador de la letra “h”, pensaba. Fue más allá todavía, recordó que cuando estudiaba en aquella aldea polaca con su papá, éste le recalcaba que el patriarca Abraham, comenzó su vida sin esa letra. Era Abram. Se la agregaron cuando creyó en un único Dios invisible. La “h” era el aliento del Creador incorporado al nombre.
Choc-choc-choc-choc.

 La mitad de la gente, en especial  los ancianos, se habían derrumbado, ya no se los veía. Cayeron  sobre sí mismos.
El ruido, ése ruido infernal y presagiante, los atormentaba a todos.
Abraham creía que las sílabas de su nombre y el ruido del ferrocarril, eran instrumentos de una orquesta de la cual él era el director. Se confundía, repetía: A-choc-bra-choc-ham-choc y luego rebotaba en su cabeza, choc-A, choc-bra-choc-ham.
Faltaba aire, parecía que se lo robaban entre ellos. Poco quedaba para ser respirado.
Súbitamente, se le presentó la imagen del día de su casamiento, hecho ocurrido hacía apenas dos meses.
Le habían presentado a la hija del carnicero del pueblo. Era gente decente y de regular posición económica. Él siempre le estuvo agradecido al casamentero. Fue feliz durante los dos meses de casado, hasta que lo introdujeron por la fuerza en este miserable vagón.
El día de la fiesta se respiraba un aire alegre. Todos bailaban y cantaban. ¡Ojalá que dure mil años!

Por lo menos ciento cincuenta personas  se sacudían al ritmo del tren, hacinados.
Algunos gritaban  los nombres de sus familiares, de su pueblo, de su origen, otros ya no tenían fuerzas para hacerlo. Rezaban, solo rezaban.
Con las bocas abiertas trataban de permanecer con vida, inhalando, mendigando ese poquito de aire. ¡Nos prometieron que íbamos a trabajar!
Arbeit macht frei. Pensar que ARBEIT contiene en si misma las letras de AIRE. ¡Qué paradoja!
Ya no hubo mas choc-choc-, el tren se detuvo. Dos repudiables abrieron las puertas del vagón.
Lo primero que se introdujo fue el frío del campo abierto. ¡Por fin  un poco de aire puro!
Empujados como animales, los tiraron del tren. Iban cayendo sobre el pasto, ése asqueroso verde nevado. Era un día helado. ¿Dónde estamos?
Bajaron los sobrevivientes. Se pisoteaban unos a otros. Caminaron formando una fila hasta llegar al galpón. Nadie más habló.

Por la mente de Abraham, pasaba como en una película el recuerdo de aquellos días en que se sentaba con su padre, que era maestro de escuela, a estudiar la Biblia.
Nunca se preguntó para qué.
Introducido a ese miserable rectángulo, inspiró profundamente. Ese lugar no era para trabajar, era para otra cosa.
Les quitaron la ropa a todos, también los anillos. ¡Qué dolor, era el del casamiento! Luego les rasuraron las cabezas. Los metieron por la fuerza dentro de una cámara cerrada, corrieron el portón detrás de ellos y comenzó a respirarse un aire dulzón, al principio, luego, todos percibieron  la falta de oxígeno.
Se agarraban, clamaban misericordia divina y rasguñaban las paredes. Algunos sufrieron convulsiones.

Nadie se lo imaginó. Hoy es el día de la liberación, logrado por las fuerzas aliadas...Se abren las puertas de esa maldita cámara. Abraham está en el piso. Gira levemente su cabeza, respira con dificultad, con mucha dificultad. Retumban en sus oídos los choc-choc-del tren.
Siente que las  vías son como dos lanzas que lo atraviesan a la altura del tórax, justo por debajo de las axilas, mientras los durmientes lo van golpeando destruyéndole las costillas y los pulmones.
Falta el aire. Las puertas están abiertas pero, falta el aire.
Vacío de aire, vacío de memoria, vacío de pensamientos, adelanta el pie derecho, luego el izquierdo.
Se dirige hacia…

      Saúl Buk

                                        Un soplo puro o no


Él estaba parado en el medio del vagón. Lo habían metido junto a los otros, así como estaban vestidos en ese momento. No había otra posibilidad, todos permanecían forzadamente en esa posición. Igual que sardinas enlatadas, pero de pie.
Choc-choc-choc-choc.
Algunos ya no podían  afirmarse sobre sus pies, los cuerpos se doblaban en zigzag, y eran sostenidos por el resto del pasaje.
Choc-choc-choc-choc.Avanza. ¿Hacia dónde avanza?
Abraham respiraba el aire viciado del interior. Lo transportaban  en la oscuridad. Se perdía.
 Las  puertas fueron  trabadas del lado de afuera.
Recordaba o le parecía que eso sucedía. No lo podía creer. Estaba rescatando de su memoria el día de su propio nacimiento, en aquella pequeña casita, cuando la comadrona le golpeó la espalda y a raíz de ello, ingresó  por primera vez oxígeno puro en los frágiles pulmoncitos. Lloró libremente. Se alegró por ello.

Algunos se orinaban, a otros le ocurrían hechos más graves. El olor era insoportable.
Esas horribles puertas de madera no ofrecían siquiera una grieta. Cada vez había menos aire, el poco que quedaba era irrespirable.
Sorprendentemente las narinas se agrandaban. Los ojos también. ¿Ver para respirar?
Choc-choc-choc-choc.
El tren se bambolea. Abraham también.
Sufriente e indefenso, supuso que la letra “h” en el medio  de su nombre era la culpable de esta situación. ¡Ay, por qué me pusieron Abraham!
Los alemanes lo empujaron a este viaje por ser portador de la letra “h”, pensaba. Fue más allá todavía, recordó que cuando estudiaba en aquella aldea polaca con su papá, éste le recalcaba que el patriarca Abraham, comenzó su vida sin esa letra. Era Abram. Se la agregaron cuando creyó en un único Dios invisible. La “h” era el aliento del Creador incorporado al nombre.
Choc-choc-choc-choc.

 La mitad de la gente, en especial  los ancianos, se habían derrumbado, ya no se los veía. Cayeron  sobre sí mismos.
El ruido, ése ruido infernal y presagiante, los atormentaba a todos.
Abraham creía que las sílabas de su nombre y el ruido del ferrocarril, eran instrumentos de una orquesta de la cual él era el director. Se confundía, repetía: A-choc-bra-choc-ham-choc y luego rebotaba en su cabeza, choc-A, choc-bra-choc-ham.
Faltaba aire, parecía que se lo robaban entre ellos. Poco quedaba para ser respirado.
Súbitamente, se le presentó la imagen del día de su casamiento, hecho ocurrido hacía apenas dos meses.
Le habían presentado a la hija del carnicero del pueblo. Era gente decente y de regular posición económica. Él siempre le estuvo agradecido al casamentero. Fue feliz durante los dos meses de casado, hasta que lo introdujeron por la fuerza en este miserable vagón.
El día de la fiesta se respiraba un aire alegre. Todos bailaban y cantaban. ¡Ojalá que dure mil años!

Por lo menos ciento cincuenta personas  se sacudían al ritmo del tren, hacinados.
Algunos gritaban  los nombres de sus familiares, de su pueblo, de su origen, otros ya no tenían fuerzas para hacerlo. Rezaban, solo rezaban.
Con las bocas abiertas trataban de permanecer con vida, inhalando, mendigando ese poquito de aire. ¡Nos prometieron que íbamos a trabajar!
Arbeit macht frei. Pensar que ARBEIT contiene en si misma las letras de AIRE. ¡Qué paradoja!
Ya no hubo mas choc-choc-, el tren se detuvo. Dos repudiables abrieron las puertas del vagón.
Lo primero que se introdujo fue el frío del campo abierto. ¡Por fin  un poco de aire puro!
Empujados como animales, los tiraron del tren. Iban cayendo sobre el pasto, ése asqueroso verde nevado. Era un día helado. ¿Dónde estamos?
Bajaron los sobrevivientes. Se pisoteaban unos a otros. Caminaron formando una fila hasta llegar al galpón. Nadie más habló.

Por la mente de Abraham, pasaba como en una película el recuerdo de aquellos días en que se sentaba con su padre, que era maestro de escuela, a estudiar la Biblia.
Nunca se preguntó para qué.
Introducido a ese miserable rectángulo, inspiró profundamente. Ese lugar no era para trabajar, era para otra cosa.
Les quitaron la ropa a todos, también los anillos. ¡Qué dolor, era el del casamiento! Luego les rasuraron las cabezas. Los metieron por la fuerza dentro de una cámara cerrada, corrieron el portón detrás de ellos y comenzó a respirarse un aire dulzón, al principio, luego, todos percibieron  la falta de oxígeno.
Se agarraban, clamaban misericordia divina y rasguñaban las paredes. Algunos sufrieron convulsiones.

Nadie se lo imaginó. Hoy es el día de la liberación, logrado por las fuerzas aliadas...Se abren las puertas de esa maldita cámara. Abraham está en el piso. Gira levemente su cabeza, respira con dificultad, con mucha dificultad. Retumban en sus oídos los choc-choc-del tren.
Siente que las  vías son como dos lanzas que lo atraviesan a la altura del tórax, justo por debajo de las axilas, mientras los durmientes lo van golpeando destruyéndole las costillas y los pulmones.
Falta el aire. Las puertas están abiertas pero, falta el aire.
Vacío de aire, vacío de memoria, vacío de pensamientos, adelanta el pie derecho, luego el izquierdo.
Se dirige hacia…

      Saúl Buk

Amor sin metáforas

Soy el viento que liba tus rosas, dijiste.
No es necesario confundir.
Sólo di: te amo.
O mejor, no lo digas.
Hazlo.
No hay palabras para expresar sentimientos,
Para qué complicarlo.
No uses el verbo.
Hazlo.
Soy el mar que inunda tus ojos.
Ya derramas  tus lágrimas
y puedes llorar, dijiste.
No es necesario confundir.
Sólo di: te quiero.
O mejor no lo digas.
Hazlo.
No pienses en barroco,
lo que vale son los hechos.
Las palabras se las lleva el viento
y  las lava el mar.
Siempre son borradas,
Mientras que amar es eterno,
 Es de ambos,
que recíprocamente dicen:
es para vos.
                  Saúl Buk     

domingo, 1 de mayo de 2016

          AIEKA
¿Dónde estás musa?
Estoy tratando de…
Y nada. Blanco, blanco.
Tal vez si te agrego una “H”,
¿Recibirías el soplo divino como ocurrió con Sara?
Mientras…sigo dibujando letras.
Es casi un capricho.
¿Y si bajaras por la escalera que soñó Jacob?
Por favor invádeme, pero no me lastimes.
Introdúcete en mi mente.
Te lo ruego.
Empiezo a ver un gusanito.
Se ilumina.
¿Me escuchaste Musah?
Veo un campo sembrado
de letras articuladas.
¡Extrañas cantidades!
No puedo con todas.
Hazlas resbalar desde mi cerebro,
deslizarse por mi brazo,
arribar a mi mano
que las depositará sobre la pluma
y las hará poemas.
Mañana será otro:
¿AIEKA?

      Saúl Buk   01-05-2016