Porciones
de un diario
Concreciones
diferentes pueden materializar la escena.
De “Influencia de la hamburguesa en la vida de un escritor”,
libro aún no escrito.
Ese día
fui temprano al Burger de Cabildo a tomar un cafecito. Consulté en el mostrador
por el diario del día. La empleada me señaló una pequeña caja adosada a la
pared.
La gente lo va dejando por
secciones y uno lo va recibiendo en cuotas .Si te acompaña la fortuna,
conseguís la parte principal.
Sigo una cábala, si
encuentro únicamente el suplemento “belleza”,
me busco otra cafetería.
Es mi costumbre leer solo algunos
párrafos. No vaya a ocurrir que me contamine y mis escritos se salpiquen de
rojo, ya que el periódico siempre chorrea sangre.
Al poco tiempo de estar
inmerso en la lectura, percibí una sombra de baja estatura, silenciosa, con formato
femenino.
Era una Eva raramente desdibujada.
Ella misma lo confirmó
cuando me señaló el periódico con su índice derecho. Mi mirada la recorrió en
su totalidad, comenzando lógicamente por su dedo acusador.
En ese extraño momento comencé a razonar en
voz alta y así comenzó nuestro diálogo.
-¿Quiere el diario, señora?,
le pregunté haciéndome el distraído.
Está completo doña.
-Voy a ver si es cierto,
respondió con mala cara.
-Si, están todas las secciones,
le dije.
-El gobierno hace lo que quiere,
señaló.
Me desconcerté.
-Esto lo escribo, pensé
mientras me recomponía.
Yo le dije, ella me dijo…
Cosas diferentes.
Es la manera de entenderse.
No hubo discusión.
Entonces, ella leía.
Yo escribía.
Ella ya no me…
Y yo tampoco.
Me fui…
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