lunes, 1 de agosto de 2016

                                    Porciones de un diario
                                                                                        Concreciones diferentes  pueden materializar la escena.
                                                                        De “Influencia de la hamburguesa en la vida de un escritor”,
                                                                  libro aún no escrito.
  
 Ese  día fui temprano al Burger de Cabildo a tomar un cafecito. Consulté en el mostrador por el diario del día. La empleada me señaló una pequeña caja adosada a la pared.
La gente lo va dejando por secciones y uno lo va recibiendo en cuotas .Si te acompaña la fortuna, conseguís  la parte principal.
Sigo una cábala, si encuentro únicamente  el suplemento “belleza”,  me busco otra cafetería.
Es mi costumbre leer solo algunos párrafos. No vaya a ocurrir que me contamine y mis escritos se salpiquen de rojo, ya que el periódico siempre  chorrea sangre.
Al poco tiempo de estar inmerso en la lectura, percibí una sombra de  baja estatura, silenciosa, con formato femenino.
Era una Eva raramente desdibujada.
Ella misma lo confirmó cuando me señaló el periódico con su índice derecho. Mi mirada la recorrió en su totalidad, comenzando lógicamente por su dedo acusador.
 En ese extraño momento comencé a razonar en voz alta y así comenzó nuestro diálogo.

-¿Quiere el diario, señora?, le pregunté haciéndome  el distraído.
 Está completo doña.
-Voy a ver si es cierto, respondió con mala cara.
-Si, están todas las secciones, le dije.
-El gobierno hace lo que quiere, señaló.
Me desconcerté.
-Esto lo escribo, pensé mientras me recomponía.
Yo le dije, ella me dijo…
Cosas diferentes.
Es la manera de entenderse.
No hubo discusión.
Entonces, ella leía.
Yo escribía.
Ella ya no me…
Y  yo tampoco.

Me fui…

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