lunes, 18 de abril de 2016

           
Orando en un bar
La mirada, con objetivo cielo, es interferida  por millones de pixeles que luchan con las letras que subían, interrumpiendo  el destino de su oración.
¿Podrá el  hombre de la camisa azul atravesar esa herejía?
Con cuidado apoya su gaseosa sobre la mesa.
Se estremece.
Lentamente alza sus brazos y sus curtidas manos aprietan  su triste rostro.
Explosión y niños muertos es lo que ve.
Estalactitas de llanto congelan sus pupilas, obstruyendo la plegaria.
 Dominan la pantalla los colores sangre.
Cierra sus párpados. Llora, llora y se angustia.
Alza su nublada mirada.
Busca una luz.
 Ahora el televisor ofrece algo gracioso.
Como por arte de magia desaparecen los líquidos caireles que pendían de sus ojos.
Sonríe.
Quiere comenzar la oración nuevamente,  pero un “tragiciero” se interpone.
Sólo por ese día.
       Saúl Buk 

No hay comentarios:

Publicar un comentario