viernes, 22 de abril de 2016

              OCHO
En mi bandeja del bar
coexisten ocho elementos diferentes:
el papel arrugado de la servilleta,
con el rígido plástico del vaso
que contiene agua en flotación.
Levanto la mirada
y cuento los pliegues
en la manga de la camisa azul
que luce la señora de la otra mesa.
Extrañado, recuento: son ocho.
Sigo observando en la bandeja:
el metal duro de la cucharita,
el edulcorante en polvo,
cerca del café oscuro.
Leche blanca que perdió su color,
junto a espumosas burbujas de aire.
En realidad, pienso que hay más.
 Lo que cuento
es tan sólo lo que miro;
pero lo que no veo es infinito.
Por algo el ocho es un número
que se dibuja sin principio ni final.
Un misterio.
                    Saúl Buk  

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