viernes, 29 de abril de 2016



              La aventura de dos letras…un amor difícil

Estaban en la ordenada fila de letras del abecedario. El mismo, que a veces altera la Real Academia Española. Todos los signos se hallaban como de costumbre, inquietos, esperando a ser llamados por alguien que quisiera decir o escribir algo. Sólo a dos, en especial, se los veía muy impacientes.
Uno  era la letra “O”, que ocupaba el número dieciséis y el otro la “I”, signo ubicado en el número nueve del alfabeto.
Sentían orgullo porque en este caso eran letras mayúsculas, pero a la vez padecían de un sentimiento de tristeza dado que ni siquiera eran contiguas.
Suponen algunos eruditos que quien las diseñó originalmente, las pensó  para que estuvieran en forma ensamblada o superpuesta.
Sabían perfectamente que por sus formatos visibles, la “O” pertenecía al sexo femenino, mientras que la letra “I”, al masculino.
Las dos, se miraban y se espiaban. Lo hacían cuando eran llamadas para formar palabras o cuando se apartaban ocasionalmente de la línea del alfabeto.
Se gustaron, se citaron y se fueron conociendo en las vocalizaciones o trazados de los diferentes lenguajes que los seres humanos utilizaban para comunicarse.
Se divertían, jugaban. Algunas  veces una estaba delante  y otras veces detrás en la formación de las palabras. Pero ese detalle dependía, lógicamente, de terceros. Eran, de alguna manera, esclavas de la voluntad de los humanos.
Por más que se intenten crear millones de palabras para congraciarse con estas dos  letras, nunca se obtendrá un vocablo  en el cual la “O” se encime a la “I” o viceversa.
En algunas ocasiones, estos signos  estaban pegados, albergados transitoriamente en alguna palabra, pero nunca unidos en una sola letra.
Parecía no existir esa posibilidad, pero el destino fue el que cambió el rumbo de la relación.
Un afortunado día, recibieron por casualidad la visita de una vieja pícara a quien le revelaron su problema. Ella era una de las primeras letras del abecedario, una doble pechuga, la “B” mayúscula.
Ésta que tenía experiencia de soltera, pero nunca había formalizado, les dio un buen consejo:
-Búsquense un monograma, les dijo con voz de sabia.
-¿Cómo es eso?, preguntaron las dos letras que estaban en ese momento muy  juntas en la palabra “OÍ”.
- Es un dibujo compuesto por dos letras, que representa generalmente el  nombre y apellido.
En el caso de ustedes podría ser la identificación de vuestra pretendida  pareja.






-Y nosotros cómo estaríamos, preguntó la “O”, sonrojándose, pero imaginando.
-Simplemente uno sobre el otro, entrelazados, dijo la vieja, guiñándole un ojo.
-¿Cuál sería el lugar físico en el cual nos encontraríamos?, consultó “I”, exagerando su vozarrón masculino.
-La gente coloca los monogramas sobre servilletas, gemelos de camisas o sellos, respondió la “B” y se ubicó frente a un espejo para acomodarse los pechos, que con los años…
Luego agregó:”La única condición excluyente es que van a poder utilizar el lugar sólo cuando esos monogramas no sean usados por sus dueños, ya que al tenerlos presentes, ustedes dos quedarían excluídos. ¿Está claro?
-Clarísimo, se lamentó “I, por la limitación.
-Seguro que buscando por el mundo encontraremos en algún sitio ese monograma, afirmó la “O”, entusiasmadísima.
Los dos se retiraron a sus lugares de origen, a la espera de la próxima oportunidad, convencidos de que los encuentros amorosos  en lugares fijos son una aventura de amor difícil, pero eso era lo que ofrecía el abecedario.

                                        Saúl Buk   

viernes, 22 de abril de 2016

              OCHO
En mi bandeja del bar
coexisten ocho elementos diferentes:
el papel arrugado de la servilleta,
con el rígido plástico del vaso
que contiene agua en flotación.
Levanto la mirada
y cuento los pliegues
en la manga de la camisa azul
que luce la señora de la otra mesa.
Extrañado, recuento: son ocho.
Sigo observando en la bandeja:
el metal duro de la cucharita,
el edulcorante en polvo,
cerca del café oscuro.
Leche blanca que perdió su color,
junto a espumosas burbujas de aire.
En realidad, pienso que hay más.
 Lo que cuento
es tan sólo lo que miro;
pero lo que no veo es infinito.
Por algo el ocho es un número
que se dibuja sin principio ni final.
Un misterio.
                    Saúl Buk  

miércoles, 20 de abril de 2016

                                             Hallazgo

Editado el 30 de setiembre de 1950 en un periódico de Nueva York.
El  jardinero que trabajaba  en el fondo de una casa en la ciudad de Varsovia, encontró una botella cerrada que contenía un pensamiento-carta  en su interior. Fue curioso observar que la primera parte  parecía escrita con tinta negra y la segunda con tinta roja.

                                            La  “bobe”

Escucho sus pasos hijita son botas las oigo retumban en mis oídos  me dejan sorda sorda no puedo razonar tu madre ya duerme había ido a buscar comida y una vecina vino a decirme que ya duerme duerme ellos vendrán por nosotros pero no ese gusto no se los vamos a dar hijita pienso pienso para mi menos mal que tuve la precaución de visitar al farmacéutico la semana pasada el me las dio son dos dos pero serán suficientes son blancas eso sí son blancas blancas ya podes salir de debajo de la cama te tengo te tengo que dar un caramelo para que al fin puedas encontrarte con tu mami  yo la veo yo la veo y ella te está mirando tiene los brazos extendidos lista para abrazarte abrazarte abrazarte  no este caramelo no se chupa se traga se traga con un poquito de agua claro claro que yo me tomo el otro no hay que ser egoísta tu mamá quiere vernos a las dos yo también la extraño la extraño recién se fue y ya la extraño creo que están detrás de nuestra puerta esta es para vos bien bien sos una buena nieta así se traga una pastilla nos vemos nos vemos en un rato nos vemos ahora me toca a mi estoy corriendo por la puerta de atrás hacia el lugar donde se encuentra el único árbol que tenemos hago el pozo hago el pozo hago el pozo meto esta carta meto esta carta dentro de la botella la tapo la tapo antes de descansar descansar voy a poner la fecha en la botella Varsovia mi Varsovia diecisiete de setiembre de mil novecientos cuarenta y…  
                                              Saúl Buk 

Dejar la hoja en blanco para no pensar


Cuando imaginé el título se despertó en mi memoria y se hizo realidad virtual la pintura pintura de Kasimir Malevich cuadrado blanco sobre fondo blanco  arribé a que no hay un solo blanco existen muchos que dependen de diferentes factores la luz la orientación la capacidad de discernimiento la vista del observador y por si esto fuera poco hay que observar el reverso verla de los dos lados dos lados de la hoja y los bordes son blancos blancos bueno qué importancia tiene si total sobre ellos no se escribe entonces la hoja blanca la mente blanca la conciencia blanca pero el inconsciente podrá ser blanco o jugando con las letras podrá ser blanco de algo por ejemplo de las fuerzas energéticas que manejan las mentes mentes y cuales son y de dónde vienen esas fuentes son blancas no no hay de todos los colores seguiré seguiré en blanco meditación sin pensamiento sin pensamiento que interfiera se acerca a otro plano doctrina sin palabras doctrina sin palabras difícil si hay que definir doctrina muy complicado sin palabras para estar en blanco sería sin palabras y sin pensar yo soy la hoja yo soy la hoja como hago para disolverme en blanco kabalá zen budismo todo igual diferentes matices de blanco desconcentrado me surge toda esta escritura desorientada como el viento de tormenta y calma como la brisa primaveral creo ya que al no pensar dejo debajo dejo debajo de la tinta la hoja en blanco totalmente blanca esperando estaba la pobre que yo la contaminase que yo la contaminase y en cambio medito pero nunca supuso que no lo haría la hoja seguramente temblaba temblaba pero al no pensar yo le ofrecí la posibilidad la posibilidad de estar entintada pero limpia es decir blanca ya que me confieso ignorante y ausente de interferencias repito repito algunas palabras para no tener que pensar ni en puntos ni en comas ni en nada que me dé tiempo concentración en blanco en contacto con lo superior creo creo subo luego existo unido al resto extraterrestre que se mezcla conmigo y con todos y todos somos uno y uno es un microcosmos microcosmos que representa al macro existente y al que se va a crear ya que bien claro está escrito el universo se creó para hacer todos colaboramos diariamente sin  parar sin parar el universo no se detiene el cambio es permanente y la hoja que se halla por debajo de mi escritura a pesar de todo sigue siendo blanca.

                                                                    Saúl Buk 

lunes, 18 de abril de 2016

           
Orando en un bar
La mirada, con objetivo cielo, es interferida  por millones de pixeles que luchan con las letras que subían, interrumpiendo  el destino de su oración.
¿Podrá el  hombre de la camisa azul atravesar esa herejía?
Con cuidado apoya su gaseosa sobre la mesa.
Se estremece.
Lentamente alza sus brazos y sus curtidas manos aprietan  su triste rostro.
Explosión y niños muertos es lo que ve.
Estalactitas de llanto congelan sus pupilas, obstruyendo la plegaria.
 Dominan la pantalla los colores sangre.
Cierra sus párpados. Llora, llora y se angustia.
Alza su nublada mirada.
Busca una luz.
 Ahora el televisor ofrece algo gracioso.
Como por arte de magia desaparecen los líquidos caireles que pendían de sus ojos.
Sonríe.
Quiere comenzar la oración nuevamente,  pero un “tragiciero” se interpone.
Sólo por ese día.
       Saúl Buk 
           
Orando en un bar
La mirada, con objetivo cielo, es interferida  por millones de pixeles que luchan con las letras que subían, interrumpiendo  el destino de su oración.
¿Podrá el  hombre de la camisa azul atravesar esa herejía?
Con cuidado apoya su gaseosa sobre la mesa.
Se estremece.
Lentamente alza sus brazos y sus curtidas manos aprietan  su triste rostro.
Explosión y niños muertos es lo que ve.
Estalactitas de llanto congelan sus pupilas, obstruyendo la plegaria.
 Dominan la pantalla los colores sangre.
Cierra sus párpados. Llora, llora y se angustia.
Alza su nublada mirada.
Busca una luz.
 Ahora el televisor ofrece algo gracioso.
Como por arte de magia desaparecen los líquidos caireles que pendían de sus ojos.
Sonríe.
Quiere comenzar la oración nuevamente,  pero un “tragiciero” se interpone.
Sólo por ese día.
       Saúl Buk 

sábado, 16 de abril de 2016


 

Aplausos

Toda vez que te aplaudo,
te tengo.
Al estrechar mis palmas,
te guardo en la oscuridad.
Apenas  te desobligo
cuando mis manos se distancian.
Te aprieto, te estrujo.
Te encierro, te suelto.
Prisionera estás
entre las rejas de mis dedos.
No trates de escaparte,
es un esfuerzo inútil.
Estamos atrapados.
Sabes que al final,
te voy a liberar.
Eso ocurrirá
cuando se enciendan las luces
y yo salga del teatro.
     Saúl Buk   

martes, 12 de abril de 2016


    Parezco sólo

Sólo, frente a los azulejos blancos,
Me dije aquel día.
Sólo.
¿Estaba realmente sólo?
No.
 Creo que compartía  con el tiempo,
Pero, si  no existe… dicen.
 El presente huyó cuando lo pronuncié.
 Pasó y no lo advertí.
 Estoy sólo,
Pero bien acompañado,
Frente a ya no sé qué color de azulejos.
El futuro y el pasado,
son lo mismo, se aplastan.
Viviré, lo que ya he vivido.
Moriré lo que ya he muerto.
                                         Saúl Buk   

jueves, 7 de abril de 2016

De amor a Roma
Cuatro letras caben en amor,
que ubicadas frente al espejo,
sin esfuerzo y al revés, leo Roma.
Pero amor de a tres,
amor no es.
¿O sí?
Ella los quería a su manera.
Del que primero conoció,
la sedujo el dinero.
Del segundo, que llegó como tercero en discordia,
le atrajo la aventura.
Por engañosa
ésta historia concluirá en Ushuaia.
Juzgada, cumplió su condena.
Traicionó su conciencia.
Exprimió, inútilmente, su cerebro.
Pero era como quitarle el jugo a una roca.
Ya liberada de las líneas verticales,
Su amor al humano terminó en Roma
y ésta la envió al fin del mundo.
Visionó sus dos amores en una cama de hospital.
Demediados.
No pudo soportar
y desapareció su presencia.
    Saúl Buk 06-04-2016