martes, 12 de julio de 2016



                 Paseando con William


Yo creía que paseaba con William,
cuando se separó de mí y fijó sus ojos en el lago.
No pude interrumpirlo.
Traté de hablarle.
Con esfuerzo le dije: hermoso significado el de tu apellido Wordsworth,
nada menos que palabras de mérito.
Se avivaron sus sentidos, se sintió halagado.
Desvió su mirada, ahora era un árbol, un haya, el blanco hacia donde apuntaba.
De repente me dijo: la naturaleza y yo somos uno
y agregó: el tiempo pasado fue mejor,
fue inocencia infantil con proyectos.
Me aparté de él aún más y regresé a mi niñez.
Gran trueno se oyó. Luego el silencio.
Y el rayo partió la rama del haya.
Caía lentamente y él  veía como sucedía.
Su vista estaba aferrada  a esa noble madera,
como lo hace la orquídea parásita.
Él estaba deslumbrado, igual que Adán
después de haber comido del fruto prohibido.
Mientras él contemplaba el bosque,
que acompañaba con susurros de viento el dolor de la rama amputada,
William estaba en su paraíso.
Yo lo observaba a él
y mientras lo hacía,
la rama… caía.
En ese instante, yo brillaba como el sol-niño.
Él me miró con ojos tristes, pero sabios.
Los dos oímos el estruendo cuando la rama golpeó fuerte contra la tierra.
     Saúl Buk   

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