Paseando con William
Yo creía
que paseaba con William,
cuando
se separó de mí y fijó sus ojos en el lago.
No pude
interrumpirlo.
Traté de
hablarle.
Con
esfuerzo le dije: hermoso significado el de tu apellido Wordsworth,
nada
menos que palabras de mérito.
Se
avivaron sus sentidos, se sintió halagado.
Desvió
su mirada, ahora era un árbol, un haya, el blanco hacia donde apuntaba.
De
repente me dijo: la naturaleza y yo somos uno
y agregó:
el tiempo pasado fue mejor,
fue
inocencia infantil con proyectos.
Me
aparté de él aún más y regresé a mi niñez.
Gran
trueno se oyó. Luego el silencio.
Y el
rayo partió la rama del haya.
Caía lentamente
y él veía como sucedía.
Su vista
estaba aferrada a esa noble madera,
como lo
hace la orquídea parásita.
Él estaba
deslumbrado, igual que Adán
después
de haber comido del fruto prohibido.
Mientras
él contemplaba el bosque,
que
acompañaba con susurros de viento el dolor de la rama amputada,
William
estaba en su paraíso.
Yo lo
observaba a él
y
mientras lo hacía,
la rama… caía.
En ese
instante, yo brillaba como el sol-niño.
Él me
miró con ojos tristes, pero sabios.
Los dos
oímos el estruendo cuando la rama golpeó fuerte contra la tierra.
Saúl Buk
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