viernes, 29 de julio de 2016

         Confundido
                  (Cuentema)
Estaba en el bar del primer piso,
leyendo el diario del día.
Solo había consumido media taza de café,
cuando escuché un grito:
“Enfermera”.”Enfermera”.
Me di vuelta y vi sentada,
cerca, a tres mesas de distancia,
a  una señora  gorda,
que vestía una chomba roja con raros dibujos.
Era la que clamaba.
Levantó  su voluminoso trasero
y comenzó a caminar.
Se expresaba con palabras inentendibles.
Agradecí que todo  lo hiciera para otro lado.
En las otras mesas,
cada uno seguía con lo suyo.
Me dije:”Mirá para otro lado, para eso elegiste la ventana”.
Colectivos de distintos colores
trataban de pasarse unos a otros.
Dos policías de tránsito, parados en la vereda,
sin hacer nada.
Gente cruzando en rojo.
Un manchón gris los vestía a todos.
Me pareció deprimente esa combinación de colores.
¿Internados en el sanatorio planeta?
Cerré mis ojos.
Recién entonces comencé a escuchar la música,
de la cual no me había percatado.
Rítmica, monótona y ensordecedora.
No sé por qué, pero mientras escribo,
estoy pendiente del próximo:
“Enfermera”.”Enfermera”.
¿En qué lugar no reinaba la locura?          
                      Saúl Buk  

lunes, 25 de julio de 2016

        Cuenta un cuento
                ( Cuentema)
La cuentista cuenta un cuento.
Sonríe perlas.
Su voz, se eleva, susurra y muere,
luego  como el ave fénix, resucita.
Deslumbra con sus enormes ojos negros.
Se escucha y dice.
Gesticula.
Las manos apoyadas  sobre su movediza cadera,
indican que la damita del cuento es sexy.
La miramos embobados.
Por lo menos yo.
Se sienta… Se para…
Hasta se disfraza.
¡Qué importa el texto!
Ella lo hace bueno.
Me superó.
Recuerdo…Recuerdo…
Es el mes aniversario de la ida de mi madre
y el ángel de la cuentista me la trajo.
¡Inesperado homenaje!
Mi mamá me contaba cuentos.
A la mañana para despertarme,
al mediodía para comer
y a la nochecita para atraer a Morfeo.
Aplaudo.
Con las manos y con el alma.
Tengo dudas, porque no sé a quién,
creo que a las dos.
     Saúl Buk 

jueves, 21 de julio de 2016

      Acuarela de Sao Paulo
Ancha y desbordante.
Todos corren, todos se apuran.
 El día tiene menos de veinticuatro horas.
A veces, ni  eso.
Te miran, pero no te ven.
Los coches se pasan rozando.
Los pies siempre se mueven.
Samba. Samba.
Sólo los inmóviles indigentes le quitan espacio a las veredas.
Miles de vendedores ambulantes.
Los autos de lujo
dirigen sus faroles hacia otro lado.
El olor del aceite de los bares obstruye el olfato.
Pao de queijo.
El puente de hierro es una reja que divide la ciudad.
Hay presos de ambos lados.
Un sol recaliente quema las ideas.
Guaraná. Guaraná.
El MASP, orgulloso de lo que cobija en su útero,
es sostenido  los domingos
por  viejos  anticuarios.
Arte parido.
Edificios con dibujos en altura.
Inentendibles.
Millones  mezclan sus colores.
Se contaminan, pero no se contagian.
Eu acho que sim.

                 Saúl Buk  20-07-2016

martes, 19 de julio de 2016

Fantasmas


Me asustaban sus comentarios,
siempre hablando de un abogado.
No sabía de qué se trataba.
Todo ocurría a mis espaldas.
¿Nunca lo haría de frente?
Mis pensamientos, en turbulencia.
Ni siquiera intuía como era ella.
“¿Por qué no suturaba sus labios?,
¿Con quién estaría monologando?”.
Me negué a darme vuelta,
Y no tuve ojos en la nuca.
La mesa de atrás, era la suya.
El bar, era de todos.
 Me sentí acorralado.
Di un primer paso para huir.
Al girar mi cabeza,
hice el esfuerzo no deseado…pero la vi.
Felizmente, no la conocía.
       Saúl Buk  

martes, 12 de julio de 2016



                 Paseando con William


Yo creía que paseaba con William,
cuando se separó de mí y fijó sus ojos en el lago.
No pude interrumpirlo.
Traté de hablarle.
Con esfuerzo le dije: hermoso significado el de tu apellido Wordsworth,
nada menos que palabras de mérito.
Se avivaron sus sentidos, se sintió halagado.
Desvió su mirada, ahora era un árbol, un haya, el blanco hacia donde apuntaba.
De repente me dijo: la naturaleza y yo somos uno
y agregó: el tiempo pasado fue mejor,
fue inocencia infantil con proyectos.
Me aparté de él aún más y regresé a mi niñez.
Gran trueno se oyó. Luego el silencio.
Y el rayo partió la rama del haya.
Caía lentamente y él  veía como sucedía.
Su vista estaba aferrada  a esa noble madera,
como lo hace la orquídea parásita.
Él estaba deslumbrado, igual que Adán
después de haber comido del fruto prohibido.
Mientras él contemplaba el bosque,
que acompañaba con susurros de viento el dolor de la rama amputada,
William estaba en su paraíso.
Yo lo observaba a él
y mientras lo hacía,
la rama… caía.
En ese instante, yo brillaba como el sol-niño.
Él me miró con ojos tristes, pero sabios.
Los dos oímos el estruendo cuando la rama golpeó fuerte contra la tierra.
     Saúl Buk   


                 Paseando con William


Yo creía que paseaba con William,
cuando se separó de mí y fijó sus ojos en el lago.
No pude interrumpirlo.
Traté de hablarle.
Con esfuerzo le dije: hermoso significado el de tu apellido Wordsworth,
nada menos que palabras de mérito.
Se avivaron sus sentidos, se sintió halagado.
Desvió su mirada, ahora era un árbol, un haya, el blanco hacia donde apuntaba.
De repente me dijo: la naturaleza y yo somos uno
y agregó: el tiempo pasado fue mejor,
fue inocencia infantil con proyectos.
Me aparté de él aún más y regresé a mi niñez.
Gran trueno se oyó. Luego el silencio.
Y el rayo partió la rama del haya.
Caía lentamente y él  veía como sucedía.
Su vista estaba aferrada  a esa noble madera,
como lo hace la orquídea parásita.
Él estaba deslumbrado, igual que Adán
después de haber comido del fruto prohibido.
Mientras él contemplaba el bosque,
que acompañaba con susurros de viento el dolor de la rama amputada,
William estaba en su paraíso.
Yo lo observaba a él
y mientras lo hacía,
la rama… caía.
En ese instante, yo brillaba como el sol-niño.
Él me miró con ojos tristes, pero sabios.
Los dos oímos el estruendo cuando la rama golpeó fuerte contra la tierra.
     Saúl Buk   


                 Paseando con William


Yo creía que paseaba con William,
cuando se separó de mí y fijó sus ojos en el lago.
No pude interrumpirlo.
Traté de hablarle.
Con esfuerzo le dije: hermoso significado el de tu apellido Wordsworth,
nada menos que palabras de mérito.
Se avivaron sus sentidos, se sintió halagado.
Desvió su mirada, ahora era un árbol, un haya, el blanco hacia donde apuntaba.
De repente me dijo: la naturaleza y yo somos uno
y agregó: el tiempo pasado fue mejor,
fue inocencia infantil con proyectos.
Me aparté de él aún más y regresé a mi niñez.
Gran trueno se oyó. Luego el silencio.
Y el rayo partió la rama del haya.
Caía lentamente y él  veía como sucedía.
Su vista estaba aferrada  a esa noble madera,
como lo hace la orquídea parásita.
Él estaba deslumbrado, igual que Adán
después de haber comido del fruto prohibido.
Mientras él contemplaba el bosque,
que acompañaba con susurros de viento el dolor de la rama amputada,
William estaba en su paraíso.
Yo lo observaba a él
y mientras lo hacía,
la rama… caía.
En ese instante, yo brillaba como el sol-niño.
Él me miró con ojos tristes, pero sabios.
Los dos oímos el estruendo cuando la rama golpeó fuerte contra la tierra.
     Saúl Buk   

viernes, 8 de julio de 2016

                                                APASIONADA

Regresó cansadísimo de su trabajo. Parecía que las tareas de la oficina hubieran enloquecido y sus empleados también. El humor de su jefe había sido de lo peor.
Ángel  estaba agotado y no quería o no podía pensar. Para complicar aún más la situación, el tráfico era insoportable.
¡Por fin! Atravesó la ciudad. Estaba muy alterado por los bocinazos. Apagó la radio del auto. No toleraba nada. Estacionó en su cochera con esfuerzo.
 Solo deseaba  cenar y acostarse, aunque sabía que no era lo más recomendable.
Abrió la puerta de su departamento. Su esposa lo recibió con una sonrisa y un beso, pero él con un gesto la desalentó. Fue invitado por su cónyuge a cenar. Rechazó casi la mitad de la comida. Casi descortésmente le dijo a su mujer  que se iba a la cama. Se quería acostar a dormir en ese mismo momento.
Se quitó la ropa, se introdujo en el piyama, y rápidamente se entregó a los brazos de Morfeo y soñó que había otro hombre en la habitación, pero con una particularidad, era igual a él...
Al principio le dio la sensación de que estaba alucinando dentro de su propio sueño. Luego le pareció que se veía reflejado frente a un cristal. Para comprobarlo se agachó y se miró en el espejo que estaba al costado de la cama, pero el personaje  estaba desnudo y corría por la habitación.
Decidió efectuar una nueva comprobación: se arrastró ridículamente sobre sus  rodillas, pero el individuo no se movió.
¡No, no era él! ¿Quién sería?
Enojadísimo comenzó a discutir con el otro y como no le respondía, ni siquiera a los insultos, decidió golpearlo  fuertemente con sus puños en la cara y hasta le dio algún puntapié.
Ampulosos movimientos de sus brazos y sus piernas hacían que sus manos y sus pies infligieran un  castigo al inmóvil personaje.
Finalmente logró  que desapareciera de su vista.
¡Vaya intruso!

Durante el desayuno, Alicia su esposa le refirió que la noche anterior y en contra de sus habituales costumbres, estuvo muy  movedizo en la cama. En algún momento golpeó fuertemente la almohada y hasta le dio fuerte con los pies. Daba la sensación que se estaba peleando con alguien.
Pensó que con esa actitud él, sin quererlo, podía lastimarla. No quiso despertarlo y se fue a la habitación lindera, que era la de huéspedes. Cerró la puerta con llave.
Lo que ella no pudo comprender, es cómo su “Ángel “había ingresado al segundo dormitorio. Estaba desnudo. Cariñoso como nunca, le mencionó  que había disfrutado mucho de ese encuentro.
“Espero que se repita”, le dijo ella suavemente y lo besó.

No creo necesario aclarar que el sueño fue de ella.
                                                                                                          Saúl Buk  

miércoles, 6 de julio de 2016

   En el parque
Un farol…otro farol,
dos faroles…Tres,muchos,
y arriba la copa,
el cáliz supremo de los árboles.
Y abajo el largo banco,
rayado por  maderas verdes.
Caminito naranja,
collar de piedritas de ladrillo.
Los enamorados se levantan,
Entrelazan sus manos
y caminan hasta…
Hasta mañana.
Y pasó un mes,
un año, cincuenta.
Todos los días parecían iguales,
Pero no…
Ellos se dieron cuenta
y entonces brilló el sol
       Saúl Buk 

lunes, 4 de julio de 2016


         Diferentes visiones
Dos ruedas, dos ruedas, dos ruedas
Tres motocicletas.
Tres ruedas, un auto.
Un auto tiene cuatro ruedas.
Si, pero yo las veo desde mi balcón,
solo tres.
Sí, pero tiene cuatro.
Ahora comprendo, sos cubista.

                Saúl Buk

sábado, 2 de julio de 2016



 Con frases robadas de los poemas de Manzi
“Con los ojos cerrados”,
Miré el reloj
Pero  me di cuenta
“Por un ladrido de perros”
Que era la hora.
Entonces me pregunté:
¿De qué me di cuenta?
Me respondí esperanzado:
Ya “Falta un poquito”
para sus regresos.
Estoy cansado. Muy cansado.
Me sobresalté.
“¿Dónde estarán?” “¿Cómo estarán?”
Se fueron a la guerra.
Eran lo único que me quedaba.
Por ahora son:
“Dos iniciales pintadas a mano”.
Los extraño.
        Saúl Buk