EL BASTÓN
Estoy
sentado y veo pasar
a la señora del bastón.
Aleja
sus pies, uno del otro.
Se
apoya con firmeza.
Levanta
su bastón
y lo mira.
Está
sola y dice: es de madera.
¿A
quién le habla?
Otros
transitan por la acera,
todos con bastón.
¿El
único que no lo posee, soy yo?
No
puedo verme pasar.
Tal
vez, también tenga un bastón.
Osado,
le pido un espejo a otra persona.
-No,
me responde. Sospecha.
Nunca
sabré si tengo bastón.
Caprichoso,
me levanto.
Salgo.
Me paro en la vereda,
y miro hacia adentro.
Exactamente
al lugar
en el que estuve ubicado.
Ausentes…
Ni yo, ni el bastón.
Saúl Buk
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