Mañana del 31
Justo cuando me sentaba cerca de ella,
se levantó de su silla.
La “amarga” me miró de reojo
Y se llevó el diario.
Lo escondió.
Se la veía dura
como el yeso que envolvía su antebrazo.
Para colmo, se reubicó
a mis espaldas.
Ya no divisaba como con su mirada de acero.
Trituraba las grises letras,
mientras yo esperaba
disfrutar de esas palabras impresas
Que destiñen y manchan los dedos.
Y me dolía el cuello,
así que tampoco me podía girar.
Pero me dije: “Por algo será”.
Era el último día del año,
algo tenía que escribir
y lo hice:
“A pesar de la amarga,
Feliz y dulce 2016”
Saúl
Buk 31-12-2015
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