Saúl Buk
Perdón a dos
Ocurrió.
La pesada mochila se montó
sobre mi débil espalda.
La cargué por años.
¿Debo juzgar mi intención?
Sí.
Para expulsar la sanguijuela
que absorbe mi sangre,
antes debo perdonarme.
¿Es suficiente?
No.
Además, tengo que perdonar
a quien depositó esa carga
sobre mi dorso
y complicó mi mente.
Le ordeno a mí ego:
“exime de culpas al intruso”.
Exculpados…los dos.
Ahora, aliviado,
flota en mí esa gruesa raya.
Esa abandonada cicatriz.
¡Ojala mi intuición y mi razón
vibren en armonía!
Grito hasta desgañitarme:
“Perdonarse y perdonar
para ser libre”.
Saúl Buk
05-09-2018
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