La
mano
Sólo en mi cuarto,
escondido detrás de la pesada cortina,
con el rabillo del ojo la miro.
Me asusta la forma de esa nube:
negra-azabache-oscura tormenta.
Tiemblo.
No sé por qué su contorno me recuerda
aquello de mi niñez.
Ansioso,
como un
león que persigue a su presa,
busco otra nube.
La encuentro.
Es blanca, amorfa, casi pura.
Mis pupilas la absorben.
Efectúa inútiles giros,
como si ella fuera un bufón
y yo el rey.
Pero, nada.
Me cubro como un caracol.
Escucho un ruido
por detrás del telón que me oculta.
Espío.
Emerge en el cielo,
la de los tristes colores mezclados.
Desciendo a mi infancia, muy a pesar mío.
pero cuando siento aquella mano,
respiro tranquilo.
Ya es de día.
Saúl
Buk 25-04-2017